sábado, 9 de agosto de 2008

"La democracia es gris; no se puede vivir en democracia con un relato épico"

Por Jorge Urien Berri
De la Redacción de LA NACION
Sábado 9 de agosto de 2008
De pie en medio de su estudio de la calle Talcahuano, como si fuera una invitada, Beatriz Sarlo no está cómoda y no lo oculta. Accedió a la entrevista pero, explicará al final, "no quiero pelearme por una palabra mal empleada. En todo caso, me pelearé por ideas". Hay una razón para esa eventual pelea y para el cuidado que pondrá, no en el contenido de sus respuestas, sino en la forma. En pleno conflicto entre el Gobierno y el campo, cuando en varios hogares las cacerolas aún permanecían tibias, la ensayista e investigadora, cuyo silencio algunos escritores temen más que su palabra, publicó en LA NACION "La prisión del pasado", una nota en la que cuestionó que la presidenta Cristina Kirchner evocara en sus arengas fantasmas del pasado como el golpismo y buscara legitimarse con el discurso de los derechos humanos. Aquella nota del 22 de junio contrastó con la seguidilla de artículos y cartas abiertas de muchos intelectuales que apoyaban al Gobierno, y algunos salieron a cuestionarla con virulencia. Que un conflicto sobre el aumento de las retenciones a las exportaciones de granos alimentara un debate en un tiempo en el que los intelectuales debaten poco, o sus debates no trascienden, habla de un fenómeno que merece analizarse. Rodeada de libros de literatura argentina y de teoría literaria en tres idiomas, la fundadora y directora de la ya desaparecida revista Punto de Vista propone algunas explicaciones.

-¿Cómo vivió el desarrollo del conflicto entre el Gobierno y el campo?

-Cuando fui a la Plaza de Mayo a ver qué pasaba, aquella noche del primer cacerolazo antes de que fuera D Elía, tuve la sensación de que la cuestión rural que estaba en juego era traducida en términos políticos por las capas medias. Si el tema del campo adquirió esa pregnancia no es porque la gente "aprendiera campo rápido", como dice la Presidenta que hizo ella, que rápidamente aprendió lo que son las vacas y el trigo, sino porque el campo, sin buscarlo, fue un mediador para crear otro espacio de debate. Aquella noche tuve esa percepción. No había confusión posible sobre la pertenencia social de los que estaban allí. Cuando parecía que la política se había delegado en un Ejecutivo todopoderoso, de repente aparecieron reivindicaciones. Después escribí una nota en LA NACION y otra en Perfil que fueron muy cuestionadas. Otro dato importante es que hay un momento en que instituciones muy desacreditadas -y nada más desacreditado que el Parlamento- pueden hacer una diferencia política. No simplemente por el famoso desempate vicepresidencial, sino por la muy pequeña minoría con la cual la ley salió aprobada de Diputados.

-¿El resultado pudo haber sido otro si las sesiones no se hubieran televisado?

-No puedo tener una hipótesis sobre el mundo político en ausencia de la televisión. Creo que los políticos no podrían moverse en ausencia de la televisión.

-¿Pensó que Cobos votaría en contra del Gobierno? ¿Lo estaba viendo?

-Lo estaba viendo y la verdad es que no tenía opinión. Me inclinaba por que podía ser un voto negativo porque nadie en el Gobierno había trabajado sobre Cobos para que ese voto fuera positivo. Me había llamado la atención esa ausencia absoluta de un trabajo del Gobierno sobre el vicepresidente, aun en el caso de que el Gobierno pensara que iba a ganar por sus propios votos en el Senado. Quedó absolutamente solo, como una canica suelta. En términos políticos -no me interesan los psicológicos y en este caso tampoco los morales porque creo que no había nada moral en el debate-, el debate con el campo no tenía ninguna dimensión ética ni de conciencia, y quien piense eso es un ingenuo.

-Para el Gobierno sí, porque planteó que el dinero de las retenciones era para redistribuir y para hospitales.

-Eso es político. -Pero el Gobierno lo puso más allá de lo político al presentarlo como una cruzada.

-Lo ponían dentro de un relato más épico. Pero es casi inconcebible que no llamaran a Cobos para decirle: "Bueno, Cobos, vamos a discutir ahora a fondo por qué queremos lograr esta ley".

-Eso dice bastante de la actitud del Gobierno en general.

-Eso habla de la forma de construir política del Gobierno.

-¿El resultado es una crisis o un traspié del Gobierno?

-El Gobierno ya respondió a eso, primero con el discurso de Pichetto, que dijo que esto era fatal para el Gobierno. El Gobierno ya respondió al hacer de eso un acontecimiento fundamental antes de la votación, en los discursos presidenciales.

-Eso antes y durante, pero después de la votación el Gobierno no tocó el tema en forma directa durante dos semanas.

-Efectivamente, son estilos de encarar una derrota, estilos en los cuales las modificaciones que esta derrota pueda introducir ni siquiera comenzaron del todo, porque hay un cambio no buscado en la renuncia de Alberto Fernández, pero no podemos saber cómo seguirán las modificaciones. Pienso que ningún gobierno se suicida. El hecho de que la Presidenta no haya hablado durante tanto tiempo marca el carácter cerril con el cual encaran las cuestiones públicas. ¿Habrá aprendido para tramitar el próximo conflicto y crear una trama de aliados, o no? Cuando Alfonsín perdió la Ley Mucci, hizo cambios inmediatos. Es un estilo político reconocer una derrota y tomar un camino.

-Y después el sindicalismo le hizo la vida imposible a Alfonsín...

-Es cierto, pero a los sindicatos les puso interlocutores que los sindicatos reconocieron como tales: Casella, Otero.

-En cuanto al papel de los intelectuales K durante el conflicto con el campo, los agrupados en Carta Abierta salieron a defender el discurso del Gobierno como propio y en algunos llama la atención la forma acrítica en que lo hicieron, salvo algunas pequeñas objeciones.

-Cuando el escenario se divide de manera tan tajante, invita a tomar posiciones. Las personas que jamás vieron un poroto de soja en estado natural tomaron posiciones a favor de la soja. Los intelectuales que rememoraban un cierto relato de la Argentina de los años 50 o de los años 30 también tomaron posiciones. Era muy difícil que un intelectual no aceptara el relato del Gobierno.

-¿Un intelectual en general?

-Un intelectual progresista. Para un intelectual progresista o peronista era muy difícil no tomar una posición porque cuando el Gobierno convoca a la historia en su epopeya anticampo, evoca a través de la historia algunos hechos fehacientes de los últimos cincuenta, sesenta o setenta años. Cuando el Gobierno se refiere a la participación o anuencia de la Sociedad Rural en golpes de Estado (aunque no es esta Sociedad Rural, es la misma institución), el Gobierno está evocando hechos probados que los buenos historiadores, no sólo la historia de Caras y Caretas o de Felipe Pigna, sino historiadores como Halperin Donghi, saben que sucedieron. Entonces, si uno hace política presente convocando a la historia, cosa que yo creo que es errado...

-¿Siempre?

-Creo que es errado en general. No hay que ignorar la historia, pero es errado hacer política presente convocándola porque se empiezan a confundir los protagonistas y detrás de la familia Miguens veo a la familia Martínez de Hoz y detrás veo a la dictadura militar y así. Y entonces el escenario presente y el diseño del paisaje presente se me pierden. Por eso creo que es errado. Pero cuando la historia está convocada y se acepta esa convocatoria, como fue el caso de los intelectuales kirchneristas o filokirchneristas -para evitar las palabras progresista y peronista-, cuando esa historia queda convocada, el conflicto se parte por donde lo partieron ellos. Yo no lo partiría de ese modo.

-¿Partir en el sentido de dividir?

-En el sentido de que los bandos en conflicto se parten por allí. Yo no lo partiría de ese modo. Sobre la base de lo que hizo la Sociedad Rural en 1930, 1955 o 1976, yo no encararía ningún diseño de política. Y no porque tenga la menor simpatía por la Sociedad Rural, sino porque no me parece que la política tenga que ser definida mirando hacia atrás al mismo tiempo que se mira hacia delante. La política no es un Jano bifronte. La política es creatividad hacia adelante, sin ignorar lo que ha sucedido y tomándolo en cuenta, pero sin alinear a los protagonistas respecto de un pasado. Porque yo no quisiera ser alineada como miembro del Partido Comunista Revolucionario prochino, del cual fui miembro hasta los cuarenta años. Quisiera ser alineada con mis transformaciones ideológicas y políticas en los veinticinco años que siguieron. Alinear a un protagonista respecto de ese pasado me parece inaceptable, y a un gobierno le impide construir una política, un sistema de acuerdos. Lo que el Gobierno hizo fue emblocar a los actores y dar todas las condiciones para permitir que se creara un frente antigobierno.

-El Gobierno nunca quiso acordar nada con el campo, y al mismo tiempo su discurso fue exitoso con esos intelectuales. Se entiende la actitud del Gobierno, pero más interesante y llamativa es la de esos intelectuales.

-Sí, el Gobierno creó opinión pública. Desde la perspectiva intelectual, ya que hablamos de intelectuales, ¿cuántos se sienten expresados por el último discurso de Kirchner donde evoca los comandos civiles? Hacía años que no oíamos hablar de los comandos civiles de 1955. Tienen que ser evocados, son parte de la sociedad argentina que pensó que el golpe de Estado de 1955 tenía una legitimidad civil y se armó para hacerlo, y rodearon ideológicamente el bombardeo de Plaza de Mayo, que me parece repudiable. Pero a los intelectuales tendría que haberles resultado anacrónico evocarlos en un discurso en las escalinatas del parlamento casi sesenta años después. En el presente carece de productividad.

-¿Por qué el discurso oficial se hizo carne en tantos intelectuales? ¿Cómo perdió objetividad esa gente dedicada a pensar y analizar y a leer las entrelíneas de los discursos y actos de los gobiernos?

-Si uno se considera a sí mismo en una batalla política, hay un momento en el que la crítica a quien conduce esa batalla se atenúa. No podemos plantear la política como un reino de almas bellas donde todo el tiempo estamos criticando a quien nos conduce. Los que hemos actuado en política sabemos que en la batalla uno se corre del lugar intelectual para tomar más el lugar del militante político. Y no me parece mal. Una batalla política divide campos. La cuestión es por qué hubo intelectuales, y tantos, que se alinearon en esa batalla política.

-¿Por qué?

-Hay dos factores importantes. El primero es la política de derechos humanos de este gobierno, política que hay que reconocer. Aquí se han abierto, continuado y reabierto juicios. Esa política que marcó el inicio del gobierno de Kirchner, cuando recupera la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), es una reivindicación central de los intelectuales progresistas. Otra cosa es el estilo con el cual Kirchner gestionó esa política el primer año, cuando se sentía una especie de héroe que llegaba por primera vez a la costa y desembarcaba y plantaba la cruz de los derechos humanos, algo totalmente descabellado en un país donde Alfonsín, en condiciones terribles de inestabilidad, había decidido el procesamiento de las juntas militares. Pero esa política sin duda logra un acuerdo muy grande, y mucho más grande que el que implica a los intelectuales kirchneristas. Logra mi propio acuerdo, y yo no tengo ningún punto de contacto con los intelectuales peronistas. Otra cuestión es la manipulación de los organismos de derechos humanos, con la cual estoy en desacuerdo. Pero la política en sí misma es de gran acuerdo.

-Hace poco, Carlos Slepoy escribió en Página/12 que falta mucho por hacer en materia de derechos humanos y comparó con Chile, donde sólo hubo tres mil desaparecidos pero llevan ya 120 condenas. Aquí, dice él, con aproximadamente 30.000 desaparecidos, sólo hubo diez condenas hasta el 31 de mayo, a las que hay que sumar la de Menéndez. Agreguemos la falta de investigación de la desaparición de Jorge Julio López y de los secuestros de Luis Gerez y Juan Puthod.

-La primera respuesta la tienen los abogados y teóricos del derecho, y Gil Lavedra lo planteó, sobre cómo se pueden movilizar los centenares de juicios pendientes, algo muy complicado para los especialistas. Por eso no voy a opinar, porque ellos reconocen que hay que tomar algunas medidas jurídicas. Sé que hay obstáculos jurídicos que no sé si se dieron en Chile, donde hubo otros obstáculos. Lo cierto es que el discurso sobre derechos humanos se hizo presente de una manera arrasadora en la sociedad argentina, arrasadora en el buen sentido, desde el juicio a las juntas. Es una de las pocas cosas de las que los argentinos podemos sentir cierto orgullo, de las poquísimas. Kirchner lo retoma y lo relanza.

-Cuando fue gobernador en Santa Cruz nunca mostró interés por los derechos humanos.

-Jamás. -Y cuando llega usa ese discurso para intentar conquistar a las clases medias urbanas y al progresismo. Parece oportunismo político.

-Él jamás estuvo presente en ese debate de los años 80. No fue miembro de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) como Alfonsín, Graciela Fernández Meijide y Alfredo Bravo. El adjetivo oportunista se puede usar, también otros. Al llegar al poder recupera en un flash la memoria, como si hubiera pasado veinte años de amnesia. Descriptivamente, uno dice que no le interesó nada. No hay memoria en Santa Cruz de un acto por ningún desaparecido mientras fue gobernador.

-Y hubo cinco desaparecidos.

-Sí, no movió nada durante veinte años. Pero de repente esa nube en la que estaba dedicado a construir poder y una fortuna personal se disipa, la amnesia desaparece y Kirchner se acuerda de 1976. Creo que es mejor que la gente se acuerde de 1976 a que no se acuerde.

-¿Es posible que a algunos intelectuales ese discurso les bastara para perdonarle las enormes sospechas de corrupción, el favoritismo hacia ciertos empresarios, la inequidad social, un ex chofer millonario? ¿Es legítimo que un intelectual haga a un lado todo ese resto por un discurso que no se plasmó en tantos hechos como podría haberse plasmado?

-A mí me importa ese resto. Los Kirchner son culturalmente peronistas aunque hayan pasado años sin cantar la marcha que ahora vuelven a cantar. El peronismo tiende a generar esto, que pasemos por alto el día a día de la política en función de una larga marcha que nos conduce hacia un destino mejor. El día a día de la política es, en el discurso peronista, aquello que interesa a los intelectuales más proclives a razonamientos formalistas y no a aquellos que quieren cambios profundos en el país. Entonces pasemos por alto este día a día y observemos las grandes direcciones que esa política está tomando. Es un razonamiento admisible, y para mí lo sería si este gobierno protagonizara un gran proceso de redistribución de la riqueza. Pero hay economistas que sostienen que se ha profundizado la brecha entre ricos y pobres, y que el aumento del empleo significa, en muchísimos casos, salarios por debajo de la línea de pobreza. Puede haber un momento en el cual uno pueda decir: "Hay ciertas cuestiones que quizá yo pueda pasar a un segundo plano porque otras son centrales". Me resultaría difícil hacerlo, pero admito que esto pueda pasar. Si estos intelectuales creen efectivamente -si son hipócritas no puedo juzgarlo, no sé qué tienen en la cabeza-, pero si creen efectivamente que hay un proceso de redistribución de la riqueza, es razonable que pasen por alto la enorme cantidad de, no diría desprolijidades, sino de torpezas inadmisibles que este gobierno comete en términos institucionales y republicanos. La cuestión es de creencias.

-¿De creencias en qué sentido? ¿De fe?

-De creencias tal como se construye la política. No todos los trescientos o doscientos intelectuales que fueron a escuchar a Kirchner a la Biblioteca Nacional van a cotejar los datos de redistribución regresiva de la riqueza. Ni siquiera yo los cotejo y tomo como buenas las informaciones de algunos economistas o medios. Hay un núcleo de acuerdo y luego la periferia de ese núcleo se va construyendo con aquello que se cree o se quiere creer...

-¿Y cuando hay mala fe?

-Ésa es la cuestión: cuando uno sabe que efectivamente no hay un proceso de redistribución de la riqueza y se habla de ese proceso mintiéndose a sí mismo. Porque la mala fe no es mentirle a un tercero sino autoengañarse.

-Es comprensible que actúen así algunos de los intelectuales que tienen contratos con el Gobierno. La incógnita es qué mueve a los otros. ¿Un rescate del pasado?

-Hoy hay una línea o clivaje generacional. La gente de mi edad, o la que tiene entre 50 y 60 y pico, siente que algunas banderas que fueron abandonadas pueden volver a flamear al tope de la ciudadela. Siente que hay una dimensión épica que la política había perdido y que Kirchner le restituye. El teórico italiano Carlo Donolo dice que la democracia es gris, cuando la democracia subsiste es gris. Los cambios se concretan a través de largos procesos de negociación y la democracia no tiene un relato épico. Se puede llegar a la democracia con un relato épico, pero no se puede vivir en democracia con un relato épico. Aquellos que venimos de relatos épicos podemos tener dos posiciones: reconocer que la democracia es gris y que hay que presionar sobre las instituciones de la democracia para que las reformas progresistas sean lo más profundas posibles, pero sin relato épico, o tener una mirada nostálgica del pasado donde ese relato épico existía. Esto le puede pasar a la gente de mi generación o un poco más joven.

-Sería una actitud un poco más genuina.

-O también de autoengaño, al no reconocer que hay un tipo de funcionamiento de la república que no es épico. Después está la gente más joven. En la nota de Página/12 sobre la reunión en la Biblioteca Nacional me sorprendieron algunas intervenciones de gente de 30 años que decía: "Vengo de una familia que no votaba al peronismo pero ahora me encuentro con un gobierno al que quiero ofrecerle lo que sé". No sé cómo va a hacer con De Vido un técnico en petróleo para ofrecerle lo que él aprendió (riendo). Es De Vido el invisible en esa reunión. Es De Vido el invisible en las notas de comentaristas políticos que yo respeto mucho, como Mario Wainfeld. Es De Vido el punto ciego, y no hay una oposición que construya el punto ciego como punto que sea visible para todos. No digo que la oposición no denuncie ese punto ciego, sino que esa denuncia tiene que permitir que muchos puedan ver y reconocer lo que realmente sucede.

-Carrió, la Coalición Cívica y otros han hecho denuncias sobre De Vido y su gente, pero el problema es la Justicia. Pero además, De Vido es Kirchner.

-Los que gobiernan cerca de Kirchner son soldados de Kirchner.

-De Vido no es un accidente. Responde a algo esencial en esta gestión.

-De Vido es Kirchner, si no, no comprendemos cómo es la mecánica de construcción del poder de este gobierno. No hay nada ahí que suceda sin que los Kirchner habiliten el suceso. Ahora, de eso también hay que estar convencido. Si no, si uno piensa que De Vido es un personaje lateral y menor

-¿Usted cree que entre los intelectuales hay alguno que no sepa eso?

-Si lo saben, volvemos a la cuestión de la mala fe.

-La mala fe tiene su lógica. Por eso es interesante tratar de comprender qué ocurre con un intelectual que no se ve beneficiado económicamente por el Gobierno. Usted hablaba de la gesta épica.

-La gesta épica y los principios explicativos que son diferentes. Los principios explicativos con los que trabajamos una serie de intelectuales que no somos kirchneristas respecto de cómo se construye la política son diferentes de los que trabaja, para poner un ejemplo, Horacio González, que piensa que la política argentina tiene una dramaturgia compleja y que el peronismo es la encarnación misma de esa dramaturgia, y en cuanto se pronuncia la palabra "compleja" es ahí donde el tejido de contradicciones inadmisibles comienza a ser relativamente tolerable. Son intelectuales que, quiero creer, también piensan que se trata de etapas que pueden ir superándose, son etapistas. La cuestión es esa dramaturgia compleja de la que habla González, con elementos oscuros, y los intelectuales que no la reconocemos somos considerados intelectuales iluministas porque no podemos reconocer los elementos oscuros en la construcción de la política. Eso define la posibilidad de ser kirchnerista. Y también algunas satisfacciones personales que no son del orden económico ni del poder.

-¿Cuáles?

-Por ejemplo, que en esa reunión González pudo hablarle al presidente y mencionarle a John William Cooke. González ha esperado treinta años para mencionar ante un presidente a John William Cooke, uno de los grandes mitos intelectuales del peronismo revolucionario. Tengo que entender que ese momento fue una epifanía para González.

-¿Mencionar a Cooke?

-Mencionar a Cooke ante Kirchner: "Quisiera mencionarle a uno de sus intelectuales más distinguidos, Cooke." Y Kirchner por supuesto no había leído a Cooke y es obvio, porque Cooke era leído por una minoría de militantes ilustrados, como González. Pero la idea de que uno, enfrente del Presidente de la República, pueda...

-Tres veces dijo "el Presidente"...

-¿Sí? (Ríe, asombrada.) Un ex presidente de la República recientísimo. Poder pronunciar el nombre de Cooke ante él es un suceso de carácter epifánico, pensar algo así como: "Yo no creí que esto volviera a suceder desde que perdimos en 1976".

-¿Se conforman con eso?

-Yo no me conformaría. Cooke pertenece a la historia de las ideas políticas, punto.

-Hay intelectuales peronistas que conciben el peronismo como una cosa tan especial y extraordinaria que está más allá y por encima de todo, y merece categorías y herramientas propias y exclusivas porque hay que tratarlo de una manera distinta.

-El proceso intelectual tumultuoso de entender el peronismo fue posterior a 1955 y tuvo siempre una piedra fundacional: que el peronismo era excepcional. Que el radicalismo formaba parte del sistema de partidos y el Partido Conservador provenía de la república oligárquica. Es decir, que no eran excepcionales en sí mismos, pero que el peronismo traía la excepcionalidad a la política y la traía con un líder excepcional que gobernaba generalmente en estado de excepción. Esto recorre las diversas interpretaciones del peronismo que tuvimos en los últimos cincuenta años.

-Y llega hasta hoy.

-Hasta hoy. A nadie se le ocurriría decir que los avatares desdichados del Partido Socialista Argentino tienen que ver con su excepcionalidad. Se explican por motivos puramente políticos, incluida la aparición del peronismo. Pero el peronismo tiene esa excepcionalidad.

-Algunos se la encuentran.

-Leen eso. Además, hay dos elementos por los que prolifera el discurso intelectual sobre el peronismo. Uno es el tipo de régimen que el peronismo instala. El peronismo se construye desde el Estado. La importancia fundamental del Estado viene junto con el surgimiento del peronismo. Entonces, está el reconocimiento de que esa experiencia dentro del Estado puede tener momentos oscuros, sucios, corruptos, pero que también construye un gran movimiento político desde el Estado. Esta cuestión la saben los peronistas de centro, de izquierda, de derecha, de arriba y de abajo, por eso todos construyen desde el Estado. No estar en el Estado es estar en el desierto, exiliado como Ovidio.

-¿Por eso el afán de poder del peronismo?

-Efectivamente. No conciben no estar en el Estado, y cuando digo Estado me refiero al Ejecutivo. Municipios, gobernaciones, la presidencia. Desde allí el poder se derrama para construir más poder político. Y la otra cuestión es que el peronismo sufrió el hecho más traumático de la Argentina del siglo veinte al ser desalojado por el golpe militar de 1955. Ahí empezaron nuestras maldiciones políticas. Fue desalojado por razones enteramente discutibles, se lo proscribió y hubo sucesivos golpes para que el peronismo no pudiera volver a ganar.

-También fue derrocado en 1976 en otro mal momento del peronismo, que no justificaba un golpe, y menos uno de esas características.

-Faltaba muy poco para que terminara ese gobierno. Pero el hecho traumático es el de 1955. Eso también construye una epopeya. No una que me incluya, pero no puedo no reconocer la existencia de ese proceso.

-Uno esperaría más profundidad, aun de los intelectuales que parten de la excepcionalidad del peronismo. Salvando las distancias, si se llegara a probar la culpabilidad en delitos contra menores de Jorge Corsi, formador de psicólogos en materia de abuso familiar y sexual, uno se preguntaría cómo los psicólogos y psicólogas experimentados que lo acompañaron durante años en cátedras y escritos nunca advirtieron nada.

-Hay que decir que los más destacados entre quienes han escrito sobre el peronismo en estos últimos años son también los que están en el batallón kirchnerista. No es ninguna novedad que Feinmann o González sean los teóricos del kirchnerismo intelectual.

-Recuerdo una nota de Feinmann en la revista Humor en los comienzos del gobierno de Carlos Menem defendiendo su política económica.

-Pero ya todo el mundo se olvidó de Menem. Ahí está la mala fe de la que hablaba antes.

-Diez años, y qué diez años.

-Esa mala fe también se escuchó en el debate en el Parlamento, cuando peronistas hacían historia de la Argentina donde los diez años de Menem quedaban encerrados entre paréntesis. "Y con Alfonsín se redistribuyó el ingreso de manera regresiva..." ¿Y en los años noventa? Un salto. Filmus, que fue asesor del Ministerio de Educación, habló de las reformas educativas de los noventa como si hubieran sucedido en Marte, dirigidas por un marciano y asesoradas por marcianos. Ahí está el problema de la mala fe. No es el caso de Verbitsky, que fue un opositor claro, duro y neto del menemismo. Pero otros intelectuales hoy kirchneristas que callaron, que lo pasaron mal en lo intelectual para armar un discurso ante eso, hoy lo han olvidado. Aquí pasamos de Alfonsín y la hiperinflación a la Alianza y su desastre. Por eso es tan sencillo para los Kirchner negociar con Saadi y aceptar su voto, un personaje de un hecho crucial para la ampliación de la Justicia y los derechos humanos como fue el caso María Soledad Morales, que sacó el tema de los derechos humanos del pasado y lo puso para adelante, como también debe ser.

-¿Ya no hay violaciones a los derechos humanos?

-Es que las organizaciones tampoco se abrieron. En las cárceles hay violaciones flagrantes a los derechos humanos.

-Ahí hubo planteos, como los del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS).

-Pero el CELS no es la típica organización de derechos humanos, no está sentado en el Salón Blanco de la Casa Rosada cada vez que hay una banda de rock tocando. Pero incluso para los más jóvenes que se han incorporado, como Victoria Donda y Juan Cabandié, los derechos humanos sólo son los de antes, que lo son, pero la Argentina está produciendo hoy violaciones a los derechos humanos. Ahí uno debería pensar cómo nuevas organizaciones se abren para cubrir esos derechos.

-¿Qué pasó con las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, o con sus principales dirigentes, que tras enormes luchas terminan como invitadas permanentes para aplaudir los discursos de los Kirchner?

-El kirchnerismo les ganó el corazón con la ESMA y demás. Si no, uno diría que simplemente ubicaron a sus hijos en puestos del Estado y diputaciones y entregaron los organismos de derechos humanos, que esas mujeres incorruptibles durante veinte años se entregaron. No, diría que no. Esos hijos que están en el Parlamento muchas veces son sectarios en su comportamiento, pero esas mujeres se sintieron interpeladas y reconocidas por el discurso del Gobierno y el lugar que les hizo el Gobierno. Y se está preparado o no para dar el paso a la política, un mundo muy complejo para el que no necesariamente está preparado alguien que viene con una conducta ejemplar desde un organismo de derechos humanos. Un paso muy difícil. Y no sé si Carlotto tiene conciencia de que ella ocupa un primer plano en las transmisiones de todos los actos del Gobierno.

-¿Cómo ve los medios? Los Kirchner los acusan de parciales.

-No puedo hablar de la televisión porque sólo veo TN. Uno debería pensar cuál es la noticia que construye siempre la televisión. A la noche hay más señoras de edad asaltadas que atentados en Irak con decenas de muertes.

-¿Y los medios gráficos?

-Le permiten al lector una distancia. Uno puede disentir y registrar qué noticia no aparece en LA NACION o en Página/12 . Busqué durante días y días alguna opinión en Página/12 sobre las declaraciones de Bonafini acerca de que al enemigo no hay que darle ni agua. Era necesario, imperioso, que alguien en Página/12 dijera: "No estamos de acuerdo con eso". El lector conoce bien a su medio. Pero los lectores de política en los medios gráficos forman parte de una elite qu e sabe quién está hablando y por qué dice lo que dice.

-El kirchnerismo piensa que los medios tienen un poder absoluto, que pueden instaurar su propia realidad.

-La televisión tiene un poder grande. Me parece difícil que hoy se pueda armar una realidad sólo con planas de diarios de papel. Pero la televisión tiene ese poder. No quiere decir que la gente sea juguete de la televisión, pero ese poder es fuerte. Duhalde vivía leyendo encuestas y los Kirchner agregaron los medios a las encuestas. Morales Solá al describir el departamento de Alberto Fernández dice que estaba literalmente cubierto de recortes de diarios. Era jefe de gabinete y debía tener alguien que le pasara un resumen de la prensa. Y no, vive cubierto de recortes de diarios, como yo. No sé si habla bien de él, pero llama la atención sobre una obsesión. Es mejor tener gobiernos que vivan pendientes de la opinión pública, pero la cuestión es qué políticas y discursos hacen para los medios. Este gobierno ha mezclado el discurso de la amenaza con el de las concesiones.

-Ningún gobierno les ha dado tanta importancia a la prensa y a los periodistas, a veces mencionándolos con nombre y apellido.

-Me incomoda enormemente que el Presidente pronuncie el nombre de un periodista. Eso ya lo hizo Perón en una famosa conferencia de prensa cuando le pidió el nombre a una periodista que preguntaba. Un presidente no puede pronunciar en público y de manera agresiva el nombre de un periodista. Es una amenaza aunque no haya amenaza y aunque el medio donde trabaja ese periodista sea poderoso.

-¿El Gobierno atraviesa una crisis grave?

-Dependerá de cómo se tejan las alianzas en los sectores del peronismo disgustados o heridos. Una crisis de gobierno depende de cómo empieza la crisis dentro del partido que le da sustento. Kirchner se ha quedado con el justicialismo. Hay que ver qué pasará ahí. Es decir, cómo se le dispara un poder que en febrero parecía tener concentrado en un puño. Y los peronistas, donde huelen sangre...

Los mosqueteros de la distribución


De Vido, Jaime y Moreno favorecieron la transferencia de recursos públicos hacia sectores de mayor poder adquisitivo.
Maximiliano Montenegro.09.08.2008

Hablemos de distribución del ingreso, tema omnipresente en el discurso oficial. Por ejemplo, con los siguientes datos:

•Este año, un millón de familias con ingresos superiores a los 6.000 pesos mensuales recibirán un subsidio del Estado de 750 pesos al mes, en concepto de tarifas baratas de luz, gas y combustibles. Es el equivalente a cinco planes sociales de 150 pesos mensuales, que todavía cobran poco menos de un millón de jefes de hogares bajo la línea de indigencia.

• El cálculo fue realizado por el economista Javier González Fraga comparando las tarifas energéticas que pagan las familias de ingresos altos en Montevideo, San Pablo y Santiago de Chile con las que abonan en Buenos Aires.

• En esta columna ya se ha escrito sobre el boom de ventas de climatizadores a gas para las piscinas de Nordelta, del furor de los reflectores de 1.000 watts en los jardines de los countries más exclusivos, o sobre la expansión del mercado de autos diesel de alta gama. Como en economía nada es gratis, esos precios subsidiados los paga el Estado, que este año repartirá cerca de 20 mil millones de pesos para compensar a las empresas del sector energético.

• En números globales, del total de subsidios al sector energético, el dadivoso Estado argentino destinará este año 9.000 millones de pesos a subvencionar los consumos de ese grupo social de ingresos altos. Es increíble que todavía haya personas de clase media acomodada que se quejen de que el Estado “regala” planes Jefes de Hogar, que hoy perciben familias indigentes en su mayoría encabezadas por mujeres. En 2008 el presupuesto de los planes Jefes de Hogar Desocupados asciende “sólo” a 1.800 millones de pesos.

• Para que no queden dudas de la magnitud de la redistribución que se ejecuta desde el Ministerio de Planificación. Los 9.000 millones destinados a subvencionar el consumo de los sectores acomodados superan holgadamente todo el presupuesto de este año del Ministerio de Desarrollo Social (7.602 millones); equivalen a todo el presupuesto anual del Ministerio de Educación (9.300 millones); o representan 2,5 veces el presupuesto del Ministerio de Salud de la Nación (3.547 millones).

Mosquetero I. Otro ejemplo de redistribución de ingresos también compete al ministro de Planificación, Julio De Vido, el líder de los mosqueteros del reparto. Según datos de la consultora Montamat & Asociados, la tarifa residencial de gas cuesta en Buenos Aires 30 centavos por metro cúbico.

Sin embargo, cuatro millones de hogares de escasos recursos, que no tienen acceso a la red de gas natural, deben comprar garrafas cuyo costo asciende a 1,7 pesos por metro cúbico, casi seis veces más. Desde la devaluación, las tarifas domiciliarias de gas quedaron congeladas. En cambio, la garrafa de 10 kg se incrementó un 275%: hoy promedia los 30 pesos, pero en la zona Norte del Gran Buenos Aires no se consigue a menos de 35 pesos. De Vido autorizó la desregulación de la garrafa (GLP), mercado donde Repsol YPF cuenta con posición dominante, y ofreció a cambio la llamada garrafa social, que es imposible de hallar a los 18 pesos sugeridos por el Estado. Pero aun si la garrafa oficial se consiguiera, el precio (1,2 pesos por metro cúbico) cuadriplicaría al del gas de red, congelado por decisión de la misma administración.

Más preocupado por cuidar la caja fiscal que por las transferencias de ingresos a los sectores de mayor poder adquisitivo, en las últimas semanas el gobierno de Cristina empezó a dar señales de descongelamiento de tarifas. El crecimiento meteórico de los subsidios amenazaría el cierre de las cuentas públicas si en el futuro la recaudación empezara a flaquear. Según la Asociación Argentina de Presupuesto (ASAP), en el primer semestre sólo los subsidios energéticos rondaron los 8.157 millones de pesos, 295% más que en igual período del año pasado.

Al anuncio de subas en las tarifas eléctricas le seguirá en los próximos días el lento deshielo de los precios del gas domiciliario. Lo interesante es que los ajustes siguen un criterio de segmentación: más aumento para los que más consumen. Sobre la base de los datos aportados por las distribuidoras eléctricas, sólo el 7% de los hogares de mayores ingresos consume el 25% de la energía y el 25% gasta la mitad de la energía. En el caso del gas, la concentración del consumo es similar.

De haberse aplicado ajustes progresivos hace dos o tres años, el Estado se hubiera ahorrado una enorme transferencia de recursos hacia los bolsillos menos urgidos. ¿Por qué no se hizo antes? De Vido argumentaba que no era sencillo identificar las facturas de los sectores de altos ingresos, algo que recién ahora se reconoce que era posible. Por eso la cuenta de los millonarios subsidios continuó engordando. Curioso, ¿no?

Mosquetero II. El segundo mosquetero de la redistribución es el secretario de Transporte, Ricardo Jaime. En el primer semestre del año, los subsidios al transporte (colectivos, trenes y subtes) alcanzaron los 2.660 millones de pesos, 71% más que igual lapso del año pasado.

La subvención del transporte público de pasajeros no es un invento argentino. Y hay consenso en que dichos subsidios benefician en su gran mayoría a los sectores de menores recursos. Sin embargo, aquí son dudosos los criterios de asignación de los subsidios; en el caso de las empresas de colectivos sobre la base de declaraciones juradas sin control de las estructuras de costos. Y en el caso de trenes y subtes, con estructuras de costos infladas por empresas vinculadas que ofician de proveedores.

Aerolíneas Argentinas es un caso totalmente distinto. En avión no suelen viajar los pobres. La decisión de reestatizarla es discutible, pero válida si se esgrimen argumentos como la integración regional o el desarrollo económico. Lo que no es trivial desde el punto de vista de la distribución es quién asume los costos. Jaime dijo que si fuera por él no pagaría nada a los españoles de Marsans. Y dice que vaciaron la compañía cuando durante cinco años miró para otro lado. Si el Gobierno asumiera los 900 millones de deuda de la compañía sería una carga pesada para levantar vuelo. En especial, porque el déficit operativo –que sí habrá que afrontar– tiene un piso para este año de 250 millones de dólares.

Tampoco es un antecedente de redistribución exitoso el de LAFSA, la empresa estatal que se hizo cargo a mediados de 2003 de los empleados de las ex LAPA y DINAR. Nunca voló y hoy está en proceso de disolución. Pero en el presupuesto todavía está previsto que este año se paguen los sueldos de 99 empleados, en una decena de casos con remuneraciones superiores a los 10 mil pesos.

Mosquetero III. El secretario de Comercio, Guillermo Moreno, es el mosquetero de la distribución vía precios. En teoría, su misión era impedir que la inflación licuara el poder de compra de asalariados y jubilados. Los acuerdos de precios que al principio firmaba con las empresas dejaron de cumplirse hace tiempo, salvo para el INDEC, donde Moreno dibuja su mundo privado. Es historia sabida. Menos conocidas son las prácticas del Napia a favor de las empresas más concentradas, consolidando mercados monopólicos u oligopólicos. Para Moreno, la competencia es una entelequia de los libros de texto. Prefirió siempre los telefonazos y los “pactos de palabra” con los grandes actores de cada sector (cerealeras, molinos, supermercados, lácteas, alimentarias, etc.) a las regulaciones sectoriales, transparentes, que desalentaran estructuras concentradas y estimularan la competencia.

El desplazamiento de José Sbatella al frente de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, un organismo clave en todo el mundo para la aplicación de las leyes antimonopolio, es la culminación de ese proceso. Sbatella, un profesional de larga trayectoria, dictaminó en contra de la fusión de Cablevisión-Multicanal, que aprobaron los dos delegados de Moreno en la Comisión el último día de la gestión de Néstor Kirchner, y estableció condiciones para otras adquisiciones multimillonarias del sector alimentario, que no fueron consideradas.

Señales. Por primera vez en los últimos cinco años, esta semana varios empresarios de primera línea denunciaron la manipulación de las cifras del INDEC y coincidieron en que la inflación ronda el 25 por ciento. Pero lo que descolocó al Gobierno es que desde la propia Unión Industrial, hasta ahora aliada firme del kirchnerismo, empezaran los disparos a través de su vicepresidente, Ignacio de Mendiguren.

Julio De Vido se apresuró el jueves a reunirse con los popes de la UIA, que le aseguraron que las declaraciones de De Mendiguren eran a título personal y sugirieron un guiño del empresario textil a Eduardo Duhalde. Sin embargo, hace seis meses los grandes grupos que comandan la entidad (como Ledesma y Techint) jamás hubieran permitido el desliz. Es la historia argentina de siempre: olfatean debilidad en el poder político.

“Nosotros creemos en la injerencia del Estado para regular mercados que son oligopolios y monopólicos y que se abusan de las condiciones preponderantes que tienen en el mercado e incrementan los precios”, dijo ayer el ministro del Interior, Florencio Randazzo, para contestar la ofensiva empresarial. Los mercados “monopólicos y oligopólicos”, gracias a Moreno, están más fuertes que nunca.

viernes, 8 de agosto de 2008

El 51,8% de las familias brasileñas se consideran de clase media

JUAN ARIAS - Río de Janeiro - 08/08/2008

Brasil ya es mayoritariamente un país de clase media, de acuerdo con dos encuestas realizadas al mismo tiempo por la Fundación Getulio Vargas y por el Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA), ambas instituciones del máximo prestigio.

De acuerdo con la Fundación Getulio Vargas, las familias de clase media han pasado de representar el 43,49% de la población en abril de 2003, al 51,89% en abril de 2008. Por su parte, el IPEA afirma que, entre 2002 y 2006, tres millones de personas dejaron el estado de pobreza en que vivían para ingresar en las filas de la clase media.

Los investigadores han calculado que las familias que ganan entre 1.100 y 4.590 reales mensuales (entre 450 y 1.880 euros) ya no pueden considerarse pobres, sino de clase media, que ahora agrupa a la mayoría de los ciudadanos.

Ambos estudios llegan a las mismas conclusiones, aunque divergen en las causas.

Para los investigadores de la Fundación Getulio Vargas, se ha debido principalmente a la entrada de millones de personas en el mundo del trabajo con contratos formales. Sólo en los últimos 12 meses, se han incorporado al mercado laboral 1.800.000 nuevos trabajadores.

Para el IPEA, el crecimiento espectacular de la clase media se ha debido fundamentalmente al aumento del sueldo base, duplicado en los últimos cinco años (hoy es de 430 reales) y a políticas sociales como la Bolsa Familia, que favorece a 12 millones de hogares.

Los estudios coinciden en que la riqueza de los más pobres ha aumentado; han disminuido los considerados indigentes, que son aún cerca de cuatro millones de familias; ha crecido la clase media y los ricos se han hecho más ricos.

Según el presidente del IPEA, Márcio Pochman, "Brasil está dejando de ser un país de pobreza absoluta para ser un país de pobreza relativa, disminuyendo la distancia entre la cumbre y la base de la pirámide". En 2002, dos terceras partes de los moradores de las regiones metropolitanas estaban aún entre los pobres. Hoy lo son sólo un tercio de dicha población.

Algunos economistas han criticado los métodos utilizados en la investigación, como que se haya hecho el cálculo de riqueza por familia y no por individuo. Afirman que si una pareja sin hijos que gana más de 1.000 reales puede considerarse de clase media baja, no está en la misma situación una familia con los mismos ingresos y cuatro hijos.

En cualquier caso, los expertos parecen estar de acuerdo en que el desarrollo económico y las políticas sociales del Gobierno han hecho de Brasil, si no un país rico, uno menos pobre que hace seis años.

jueves, 7 de agosto de 2008

El complejo poético-militar

SLAVOJ ZIZEK 07/08/2008



Radovan Karadzic, el líder serbobosnio responsable de la terrible limpieza étnica en la guerra de la antigua Yugoslavia, está, por fin, detenido. Ahora es el momento de alejarse un poco y examinar la otra faceta de su personalidad: psiquiatra de profesión, no sólo era un jefe político y militar implacable y despiadado, sino también un poeta. Y no debemos despreciar su poesía ni considerarla ridícula; merece una lectura detallada, porque ofrece la clave para entender cómo funciona la limpieza étnica. He aquí los primeros versos de un poema sin título que se identifica por su dedicatoria, "... Para Izlet Sarajlic": "Convertíos a mi nueva fe, muchedumbre. / Os ofrezco lo que nadie ha ofrecido antes. / Os ofrezco inclemencia y vino. / El que no tenga pan se alimentará con la luz de mi sol. / Pueblo, nada está prohibido en mi fe. / Se ama y se bebe. / Y se mira al Sol todo lo que uno quiera. / Y este dios no os prohíbe nada. / Oh, obedeced mi llamada, hermanos, pueblo, muchedumbre".

Estos versos describen una constelación precisa: el llamamiento obsceno y brutal a suspender todas las prohibiciones y disfrutar de una orgía permanente destructiva. El nombre que da Freud a ese dios que "no os prohíbe nada" es el superego, y ese concepto es crucial para entender la suspensión de las prohibiciones morales en la violencia étnica actual. Aquí hay que dar la vuelta al cliché de que la identificación étnica apasionada restablece un firme sistema de valores y creencias en la confusa inseguridad de la sociedad mundial laica de hoy: el fundamentalismo étnico se apoya en un secreto, apenas disimulado, "¡Podéis!". La sociedad posmoderna y reflexiva actual, aparentemente hedonista y permisiva, es paradójicamente la que está cada vez más saturada de normas y reglas que supuestamente están orientadas a nuestro bienestar (restricciones a la hora de fumar y comer, normas contra el acoso sexual...), de modo que la referencia a una identificación étnica apasionada, en vez de contenernos, sirve de llamamiento liberador: "¡Podéis!". Podéis infringir las estrictas normas de la convivencia pacífica en una sociedad tolerante y liberal, podéis beber y comer lo que queráis, asumir costumbres patriarcales que la corrección política liberal prohíbe, incluso odiar, luchar, matar y violar... Sin reconocer plenamente este efecto pseudoliberador del nacionalismo actual, estamos condenados a no poder comprender su verdadera dinámica. He aquí cómo describe Aleksandar Tijanic, un destacado periodista serbio que, durante un breve periodo, llegó a ser ministro de información y medios públicos de Milosevic, "la extraña simbiosis entre Milosevic y los serbios":

"Milosevic resulta apropiadopara los serbios. Durante su gobierno, los serbios abolieron las horas de trabajo. Nadie hace nada. Permitió que florecieran el mercado negro y el contrabando. Se puede aparecer en la televisión estatal e insultar a Blair, Clinton, o cualquier otro de los 'dignatarios mundiales'. Además, Milosevic nos otorgó el derecho a llevar armas. Nos dio derecho a resolver todos nuestros problemas con armas. Nos dio también el derecho a conducir coches robados. Milosevic convirtió la vida diaria de los serbios en una gran fiesta y nos permitió sentirnos como estudiantes de bachillerato en un viaje de fin de curso; es decir, que nada, pero verdaderamente nada de lo que hacíamos se castigaba".

¿Dónde se concibió inicialmente este sueño de una orgía destructiva? Aquí nos aguarda una sorpresa desagradable: el sueño de la limpieza étnica lo formularon, hace muchos años, los poetas. En su Fenomenología del espíritu, Hegel menciona "el silencioso tejido del espíritu": la labor subterránea que va cambiando las coordinadas ideológicas, de forma invisible, en su mayoría, hasta que de pronto estalla y sorprende a todo el mundo. Es lo que ocurrió en Yugoslavia durante los años setenta y ochenta, de forma que, cuando las cosas estallaron a finales de los ochenta, ya era demasiado tarde, el viejo consenso ideológico estaba totalmente podrido y se desintegró por sí solo. En los años setenta y ochenta, Yugoslavia era como el personaje de dibujos animados que llega al borde de un precipicio y continúa andando por el aire; sólo se cae cuando mira hacia abajo y se da cuenta de que no tiene tierra firme bajo sus pies. Milosevic fue el primero que nos obligó a mirar hacia abajo, hacia el precipicio... Si la definición corriente de guerra es la de "una continuación de la política por otros medios", entonces podemos decir que el hecho de que Karadzic sea poeta no es una mera coincidencia gratuita: la limpieza étnica en Bosnia fue la continuación de una (especie de) poesía por otros medios.

Platón ha visto dañada su reputación porque dijo que había que expulsar a los poetas de la ciudad; un consejo bastante sensato, a juzgar por esta experiencia post-yugoslava en la que los peligrosos sueños de los poetas prepararon el camino para la limpieza étnica. Es verdad que Milosevic "manipuló" las pasiones nacionalistas, pero fueron los poetas los que le proporcionaron la materia que se prestaba a la manipulación. Ellos -los poetas sinceros, no los políticos corruptos- estuvieron en el origen de todo cuando, en los años setenta y primeros ochenta, empezaron a sembrar las semillas de un nacionalismo agresivo no sólo en Serbia, sino también en otras repúblicas yugoslavas. En vez del complejo industrial-militar, en la post-Yugoslavia nos encontramos con el complejo poético-militar, personificado en las dos figuras de Radovan Karadzic y Ratko Mladic.

Para evitar creer que el complejo poético-militar es una especialidad de los Balcanes, habría que mencionar por lo menos a Hassan Ngeze, el Karadzic de Ruanda, que, en su periódico Kangura, difundía de forma sistemática el odio contra los tutsis y hacía llamamientos al genocidio. Y es demasiado facilón despreciar a Karadzic y compañía y decir que son malos poetas: otras naciones ex yugoslavas (y la propia Serbia) tuvieron poetas y escritores reconocidos como "grandes" y "auténticos" que también se involucraron de lleno en proyectos nacionalistas. ¿Y qué decir del austriaco Peter Handke, un clásico de la literatura contemporánea europea, que asistió de forma muy sentida al funeral de Slobodan Milosevic?

El predominio de la violencia de justificación religiosa (o étnica) puede explicarse por el hecho de que vivimos en una era que se considera a sí misma post-ideológica. Como ya no es posible movilizar grandes causas públicas en defensa de la violencia de masas, es decir, la guerra, como nuestra ideología hegemónica nos invita a disfrutar de la vida y realizarnos, a la mayoría le resulta difícil superar su repugnancia a torturar y matar a otro ser humano. Las personas, en general, se atienen de forma espontánea a unos principios morales y matar a otra persona les resulta profundamente traumático. Por eso, para lograr que lo hagan, es necesario hacer referencia a una Causa superior que haga que las pequeñas preocupaciones por el hecho de matar parezcan una nimiedad. La religión y la pertenencia étnica desempeñan ese papel a la perfección. Por supuesto, hay casos de ateos patológicos que son capaces de cometer asesinatos de masas por placer, simplemente porque sí, pero son excepciones. La mayoría necesita que anestesien su sensibilidad elemental ante el sufrimiento de otros. Y para eso hace falta una causa sagrada.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Tony Soprano, jefe insurgente


06 agosto, 2008 - Lluís Bassets

No se puede hablar de guerra civil en Irak. Tienen razón Bush y sus amigos. La cruda realidad es mucho peor. En Irak ha habido una escalada de varias guerras, civiles casi todas ellas y difíciles de enumerar y numerar, expandiéndose en el marco más amplio de otras varias guerras que están a punto de estallar en toda la región. Ha habido una guerra de la insurgencia árabe suní contra las tropas americanas, a las que consideran una fuerza de ocupación a desalojar. Está el terrorismo de Al Qaeda, dirigido contra Estados Unidos por una parte y a instigar el enfrentamiento entre chiíes y suníes por el otro. Hay una guerra, ésta plenamente civil, entre chiíes y suníes, en forma de atentados, matanzas en masa y asesinatos singulares. Y también una guerra civil chií dentro de la guerra civil, entre el ejército de El Mahdi de Múqtada al Sáder y la Brigada Badr del Consejo Supremo de la Revolución que dirige Abdul Aziz al Hakim. También hay una panoplia de bandas criminales, confundidas con los grupos terroristas y los insurgentes, que se dedican a saquear, secuestrar y matar como el que más. Y la policía y el ejército iraquíes, infiltrados y divididos por las fronteras sectarias, que ponen de su parte, al igual que los servicios de seguridad de los distintos ministerios.

Basta leer el informe del Grupo de Estudios sobre Irak, publicado a finales de 2006, para enterarse de esta tenebrosa realidad, entre muchas otras realidades tenebrosas. El informe acude al humor de un anónimo funcionario americano para caracterizar esta multiplicidad bélica que prolifera en Irak: "Si en Nueva Jersey hubiera fuerzas de ocupación, Tony Soprano sería un líder de la insurgencia". Y sin embargo, la precisa pero a la vez delicada pluma de James Baker y de Lee Hamilton, los dos copresidentes del GEI, no habla ni una sola vez de guerra civil en Irak, hasta tal punto levantaba ronchas esta expresión y causaba daños morales en la moral de los americanos. Pero su diagnóstico no puede ser más sombrío y pesimista. Hay otra guerra civil musulmana que puede declararse en todos los países donde conviven las dos grandes ramas del islam, lo que significa todos los países del Golfo, pero también Afganistán y Pakistán, además de Líbano. Como hay una guerra civil palestina que ha conducido al control de Gaza por Hamas y el de Cisjordania por Al Fatha. Y está, por supuesto, la guerra mayor y antigua, continua e intermitente, que nunca ha dejado apagar sus rescoldos y se despliega de nuevo una vez y otra en distintas direcciones a partir del conflicto palestino-israelí. A intervalos regulares, la prensa israelí asegura que Siria está preparándose para la eventualidad de entrar en combate.

Sin embargo el peligro más serio no tiene fronteras con el Estado israelí y lo constituye el régimen de los ayatolás de Irán, con su amenaza nuclear ya en marcha y la amenaza ideológica y moral de su negacionismo de la exterminación de los judíos en Europa por parte de Hitler, el Holocausto. Israel, por su parte, no se quedó corta y creó un ministerio de Amenazas Estratégicas, con un ciudadano de origen ruso y de ideas extremistas y xenófobas en su frente. Y ha hecho algo todavía más grave: no se sabe si voluntariamente o por descuido, ha permitido por primera vez que brillaran descaradamente los dientes de sus 200 cabezas nucleares.

Tienen razón Bush y sus amigos. No es una, son varias. Y hay una amenaza de guerra generalizada en toda la región, que se agrava cada día que pasa sin que cambie el rumbo de la intervención americana. "El tiempo se está acabando", dice con discreta alarma el informe de Baker. Pero Bush nunca ha tenido prisas y no le gustó ni una pizca que el informe contuviera requerimientos y plazos. La primera de sus 79 recomendaciones ponía fecha precisa: antes del 31 de diciembre de 2006 Estados Unidos debía lanzar una Nueva Ofensiva Diplomática para empezar a resolver la crisis de toda la región. Fue la primera ocasión para comprobar hasta qué punto desobedece la pauta que le marca quien ha sido el consigliere suyo y de la familia en tantas ocasiones comprometidas, como fue el caso de la propia elección presidencial en Florida.

Bush es el "externalizador en jefe", según le llamó Paul Krugman en una provocativa columna del Times de Nueva York. El informe Baker-Hamilton fue una excelente ocasión para comprobar si su pereza política e intelectual le llevaba incluso a externalizar la presidencia en manos de los consejeros de su padre. No se atrevió del todo, pero echó a Rumsfeld; nombró a uno de los autores del informe, Robert Gates, para sustituirlo en el Pentágono y luego, discretamente, sin que se notara, ha ido aplicando algunas de esas recomendaciones tan desagradables y difíciles de escuchar. No hay nada más amargo que verse obligado a seguir el consejo que no se ha pedido